jueves, 3 de junio de 2010



El ABC de la impunidad


¿Cuánto vale una promesa presidencial en México? La verdad no mucho, pajarracos, es más me atrevería a decir sin temor a equivocarme que casi nada. La palabra del Presidente está tan devaluada que cuando el jefe del Ejecutivo federal ofrece que se resolverá algo “sin distingos”, “tope en lo que sea” o “caiga quien caiga”, más bien hay que pensar y entender que ese asunto, trátese de un tema de justicia, de corrupción o simplemente una solución a una demanda o exigencia ciudadana, serán enviados al olvido, al incumplimiento.
Porque eso es lo que pasa con muchas de las promesas y los compromisos presidenciales, pero en particular con uno, el que tiene que ver con la dolorosa y trágica muerte de 49 niños, todos ellos pequeños que no rebasaban los cinco años de edad, que fueron entregados en custodia a una institución del Estado como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y que fueron encerrados por éste, a través de particulares a los que subrogó el servicio, en una bodega sin instalaciones adecuadas ni normas de seguridad que garantizaran el bienestar y la integridad de los niños en caso de un accidente.

Este sábado se cumple un año de aquella ignominia, pajaritos, un año de que todo el país se estremeció y lloró la pérdida de niños inocentes y la desgracia de muchos otros pequeños que quedaron quemados, enfermos, marcados de por vida por el incendio de ese galerón industrial que les habilitaron como guardería. Yo he de confesarles, pajarracos, que con todo y lo duro que me creo, más de una vez lloré y lamenté profundamente la muerte de esos niños.

Pero también me indigné, me enfurecí y maldije a la corrupción, a la negligencia y la indolencia de las autoridades que permitieron toda esa cadena de irregularidades, incumplimientos y errores de los dueños de esa guardería y de los funcionarios responsables —léase desde el entonces gobernador de Sonora, Eduardo Bours Casteló, hasta el por ese tiempo director del IMSS, Juan Molinar Horcasitas— que desembocaron en una tragedia que pudo evitarse o ser menor si las instalaciones y las medidas de seguridad en esa estancia hubieran sido las adecuadas para resguardar la integridad física de los pequeños.

También se cumple un año de que escuché muy serio, casi consternado y conmovido al presidente Felipe Calderón decir que lo ocurrido en Hermosillo era una de las peores tragedias ocurridas en México y que nuestro país estaba de luto por esas muertes.

“En el caso ABC no habrá impunidad para nadie… caiga quien caiga y tope en donde tope”, decía el 30 de junio de 2009, desde Panamá, el primer mandatario de la nación.

Un año después, ¿dónde está la justicia, señor Presidente de la República? Resulta que sí hubo impunidad para todos los involucrados y presuntos responsables, desde la prima de su esposa, Marcia Matilde Gómez del Campo, una de las dueñas de la guardería, hasta el ex gobernador Bours, que se pasea tranquilo y millonario por Sonora y por todo el mundo, sin dejar de mencionar a Juan Molinar Horcasitas, al que el propio Presidente protege y promueve.

¿Dónde se topó la justicia, presidente Calderón?, ¿por qué no cayó nadie y usted está tan tranquilo?, ¿no le conmueve el dolor de los padres por la ausencia de sus niños?, ¿no le duele saber que hay una madre de uno de los niños muertos que ha intentado suicidarse varias veces porque dice que no soporta la vida sin su niño? ¿Cuándo cumplirá su promesa de justicia?

Todo un país y unos padres dolidos y decepcionados esperan su respuesta

El Duende Preguntón
¿Sabe o no sabe?